El deporte competitivo tal como lo conocemos apunta, esencialmente, al aprendizaje técnico, táctico, reglamentario y físico a fin de ponerlo a prueba en competencias en pos de conseguir el mejor resultado posible.

Es ese que “más tenemos a mano”, el que vemos a diario, al que llevamos a nuestras hijas o hermanos, a ese que tiene día de entrenamiento y día de partido, a ese que vamos a ver.

El deporte social, en cambio, no solo difiere en sus objetivos sino, también, en su localización: cobra su mayor sentido en sectores de la comunidad que se encuentran más postergados, sin las mejores posibilidades de acceder a los espacios en donde se entrena algún deporte.

Por definición, el deporte social es el conjunto de actividades físicas, deportivas y recreativas que incluyen a toda la comunidad sin discriminación de sexo, condición física, social, cultural o racial.

Pero bien. Observando las diferencias entre uno y otro, ¿podemos afirmar que el deporte competitivo y el deporte social son incompatibles?.

Para responder esto, prefiero hacer uso de una noticia fresca, que estos días llenó de orgullo a Caleta Olivia: Malen Niahué Pozo, joven deportista de nuestra ciudad, ganó tres medallas de oro y una de bronce en las competencias de Atletismo en los Juegos EPADE 2017, que se están disputando en la provincia de Tierra del Fuego.

Entre sus agradecimientos, Malen (“la Niahu”), destaca a su profesor Daniel Fuentes, experimentado entrenador de nuestra ciudad, quien tiene la habilidad de preparar a atletas en competencias de pista en una ciudad sin pistas de atletismo. Todo un mérito digno de reconocer.

Y también la Niahu agradece a Viviana Dominguez, quien la “motivó a hacer este deporte”, según reconoce la misma atleta. Y aquí me quiero detener: Viviana, instructora municipal, eligió generar un taller de Atletismo en el barrio, en SU barrio, en el “17 de Octubre”.

Y no eligió ese barrio porque había observado mediante rigurosas mediciones que las medidas antropométricas de los adolescentes y jóvenes de la zona eran ideales para su deporte. No. Seguramente se basó en la necesidad de su barrio, en las pocas alternativas que contaban allí lospibes.

Seguramente pensó que desde el deporte se podía generar un espacio en el que participen altos y bajos, gordos y flacos. Un espacio de integración y recreación, que fomente un buen aprovechamiento del tiempo libre, que genere hábitos saludables, que mejore la calidad de vida.

Y allí se “motivó” la Niahu. Motivación que la llevó a dedicarse, a esforzarse, a priorizar el deporte por sobre otras cosas, acompañada por sus profesores en estos dos espacios de características distintas, pero complementarios al fin, empezando en uno, continuando en otro.

La competencia bien utilizada en el deporte social es importante; y el sentido social que tiene el deporte competitivo es trascendente.

Nota: Malen Niahué Pozo vive en el barrio “17 de Octubre”. Y quiero insistir en resaltar esto no solo por el sentido de este artículo sino, además, por la coherencia que deberíamos tener en decir SIEMPRE de donde son lospibes, y no solamente cuando las noticias son de la sección Policiales. #EstoTambiénPasaEnEl17

Textos: Prof. Dario Arias -Docente Municipal- Programa «Abriendo el Juego»

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